Sí, estoy hasta el mismísimo moño de Whatsapp. Llevo meses renegando de esta aplicación, que acaba de superar los 800 millones de usuarios. Simplemente un día llegué a casa despúes de trabajar y me puse a chatear. Ninguna conversación especialmente trascendental. Pero, cuando levanté la cabeza de la pantalla, vi que habían pasado varias horas ¿Pero qué estoy haciendo…? Estoy dejándome la vida en el smartphone. Y, como diría Fernando Fernán Gómez, pensé: ¡A la mierda!
Apagué el móvil tres semanas
. Los dos primeros días “desconectada” miraba continuamente su brillante pantalla negra. Por defecto. Y con ansia. Tocaba la pantalla como si fuese a encenderse. Estaba en proceso de desintoxicación.
Lo que para unos es un uso normal de la app, para otros es realmente molesto o inapropiado❞
Ya en 2013 Proyecto Hombre alertaba de la aparición de los primeros casos de adicción a esta aplicación y la dificultad de tratarla. No se trata de dejar de usar las nuevas tecnologías por completo, como ocurre con otras adicciones como las drogas o el juego, sino de aprender a usarlas correctamente
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. Pero… ¿cuál es el uso correcto?
No des por hecho, por ejemplo, que puedes contactar a través de Whatsapp por cuestiones laborales. Quizá la otra persona no cuente con móvil de empresa y lo vea como una intromisión. O quizá prefiera evitar mirar su Whatsapp personal en horario laboral. Seamos un poco empáticos y respetemos.
Recuerdo que a un exjefe le pareció una gran idea, después de finalizar la sustitución que estaba realizando, exigirme por Whatsapp (a las doce de la noche) que al día siguiente volviera al trabajo. Le respondí que prefería que lo habláramos en persona y se ofendió hasta el punto de perder las formas. Lo que para unos es un uso normal de Whatsapp para otros es realmente molesto o inapropiado.
La constante necesidad de conexión e inmediatez nos ha llevado a un cambio de paradigma en los hábitos sociales y laborales. Ahora parece que hacer llamadas telefónicas nos provoca alergia.
Si no te gusta estar en ese grupo de «Madres y padres del 1º B», plántate. Reflexiona sobre el uso que le estás dando a la app y pon unos límites. La tecnología continuará avanzando y debemos aprender a utilizarla sin chocarnos por la calle por no levantar la vista de la pantalla.